sábado, 25 de febrero de 2012

La inmovilidad y los cambios posturales...¿efectivos?

     La inmovilidad es uno de los síndromes geriátricos más frecuentes en los pacientes geriátricos institucionalizados. Partiendo de la base de un paciente geriátrico inmovilizado, podemos definir la inmovilidad como aquella "disminución de la capacidad para desempeñar actividades de la vida diaria por deterioro de las funciones motoras", y el síndrome de inmovilidad como la "vía común de presentación de enfermedad, generada por una serie de cambios fisiopatológicos en múltiples sistemas condicionados por la inmovilidad y el desuso acompañante".

   Un paciente geriátrico es tremendamente susceptible al deterioro del organismo por inmovilidad, ya que según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología dice un 60% de los ingresos agudos hospitalarios de pacientes geriátricos inician dependencia en una nueva actividad básica de la vida diaria, por tanto, el profesional de enfermería, debe de realizar una evaluación completa, exhaustiva y urgente por un principal motivo: el deterioro es muy rápido y la recuperación de la inmovilidad muy lenta (véase Índice de Barthel)

     Los pacientes que presentan una inmovilidad casi completa, tienden a la aparición de complicaciones mayores, sobre todo, la aparición de úlceras por presión. Es por este motivo, que una de las actividades que se fomenta en este tipo de pacientes, a parte del cuidado de la piel, son los cambios posturales. Éstos los llevan a cabo otros profesionales pero deben de ser supervisados por el profesional de enfermería.

     Se ha demostrado su efectividad en relación a la disminución de la aparición de úlceras, y para realizarlos de forma efectiva hay que seguir estos consejos ó recomendaciones:

  • Deben de ser realizados de forma frecuente, programados y regulares.
  • Realizarlos cada dos horas como pauta inicial
  • Adaptación posterior a la situación del paciente.
  • También en sedestación (levantado por las axilas para aliviar presión en sacro y trocánteres)
  • Tres posiciones: decúbito supino, decúbito prono y decúbito lateral
  • Siempre que no exista contraindicación, hay que rotar en las tres posturas.
  • Nunca arrastrar al paciente y evitar fuerzas de cizallamiento
  • Repartir bien el peso para evitar contracturas musculares compensatorias
  • Mantener la alineación corporal
     
   Considerando al profesional de enfermería como el profesional que se encuentra normalmente "al pie del cañón" del paciente, considero importante el llevar a cabo todo tipo de acciones, algunas comentadas en esta sección, para intentar que el paciente llegue a su máxima autonomía posible y evitar la aparición de complicaciones, que pueden empeorar la calidad de vida del paciente en sus últimos años de vida. 


BIBLIOGRAFÍA:


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